Un día, entraba a las 5 a.m a trabajar. Decidí no abrir la persiana mecánica porque hacía mucho ruido y no quería molestar a los vecinos a horas tan tempranas.

Llegaron las 10 de la mañana cuando, de repente, mi puesto de trabajo empezó a iluminarse lentamente, cada vez más y más. Un compañero había accionado el interruptor.

Me acerqué a él y le dije: “Gracias. Estaba aquí en la oscuridad y ni siquiera me había dado ni cuenta”.

Nos acostumbramos a “la oscuridad” e, incluso sabiendo cómo salir de ella, a veces necesitamos que venga alguien para ayudarnos o nos recuerde lo que habíamos olvidado.

Espero que este libro, a través de mis experiencias en el camino del despertar, te sirva de inspiración o, como quien pulsa el interruptor de una persiana, sea la hora que sea, ilumine tu vida.